Mensaje en una botella

María había decidido marcharse a su precioso caserón de la playa… No tenía costumbre de ir por esas fechas, en pleno invierno nunca lo había hecho, aunque en esos momentos necesitaba urgentemente la paz que su cobijo le ofrecía.

Su casa era una antigua mansión colonial llena de encanto, ubicada en el norte de España, en un hermoso pueblo junto al mar Cantábrico. A través de sus grandes ventanales se divisaba un paisaje espectacular entre abruptos acantilados. Desde la hermosa vivienda se deslizaba un estrecho sendero que conducía a una diminuta cala rocosa a la que siempre solía ir. Tenía la costumbre de bajar al atardecer a sentarse durante horas a contemplar el mar, en las largas y agradables tardes de verano.

Llegó por fin a su ansiado refugio, después de unas cuantas horas de conducir sin descanso. Quería llegar cuanto antes para dejar atrás la amarga decepción que tanto la afligía. Traía como único equipaje un estado de ánimo bastante deteriorado, todo ello debido a que había roto con su pareja de siempre, la de tantos años, a la que amaba muchísimo. Le había sido infiel echando al traste su promesa de sincera lealtad. Ella admitía que se acabara el amor, pero no admitía la ofensa y el engaño. Era lo menos que le podía exigir, ya que ella se había entregado a él en cuerpo y alma.  Y, estaba rabiosa, muy enfadada y dolida, sintiendo como se le escapaba todo aquel tiempo que había invertido en él y que se le antojaba ahora tan inútil. Le odiaba y, además, eso la hacía sentirse fatal…

Al cabo de un par de días de llegar allí, en uno de sus reparadores paseos a su cala favorita, después de unos minutos de contemplación, pudo distinguir una bonita botella que había quedado encajada en la roca. Las olas no paraban de golpearla, como queriendo llamar su atención…. Se acercó intrigada y la extrajo cuidadosamente. La miró con atención y vio que contenía un pergamino, delicadamente plegado y atado con una cinta azul. Le fue fácil quitar el tapón a la botella y extraer el pequeño documento que contenía el siguiente mensaje:

“¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres lo recibes? Sí te sientes ofendida o te pones furiosa, estarás aceptando su ofrecimiento y es preferible la serenidad.

Tienes que decir a ese alguien que no trate de dejarte su indignidad y amargarte porque, no te interesa.

Tú no puedes controlar lo que hay en su corazón, pero de ti depende lo que cargues en el tuyo.

Cada día puedes escoger con que emociones o sentimientos quieres quedarte y lo que elijas lo tendrás hasta que tu decidas cambiarlo.

No guardes amargura en tu alma, que de tu fuente mane siempre el agua limpia”.

Después de reflexionar ante estas sabias palabras allí reunidas, que parecían sacadas de un libro de filosofía que ignoraba quien habría podido escribir, se sintió liberada.

Una extraña paz la invadía, sin duda, iban dirigidas a ella. Todo tenía sentido y sabía lo que significaban…

Había captado el mensaje, el nítido mensaje del juicioso Rey Poseidón que se convertía, ahora, en su protector…

10 diciembre, 2013
Ana María Pantoja Blanco

2 comentarios en «Mensaje en una botella»

  1. Relato de unos sentimientos amargos que se solucionan con el hallazgo de una botella que contiene un mensaje lleno de buenos consejos. Muy original.

    Responder

Deja un comentario