Amanece en El Cairo

Amanece en El Cairo y un prodigio de vida se muestra ante mis ojos.

Hay tanto hechizo contenido y tanta historia encerrada en estas piedras,
que sobrecoge el estremecimiento al contemplar sus vestigios.
Una civilización avanzada se descubre tras estas reliquias del pasado,
sospechas de alienígenas audaces oriundos de otros mundos.

Las mágicas pirámides fluyen del desierto paisaje y nos retan
con desafiantes vértices bruñidos, apuntando hacia el cielo.
La misteriosa Esfinge de Giza nos contempla…
¿Qué esconde tras su penetrante mirada,
apostada impasible, observando, como un apuesto centinela?

Sin duda estamos en Egipto, por los camellos, las pirámides,
la calidez del viento, el guardia montado, el desierto y el sol.

Y el río Nilo, majestuoso, fluyendo inagotable,
preservando incesantes recuerdos ancestrales de antepasados africanos.
Del río emergen caudalosos canales y de las gentes surgen
basuras e inmundicias que, a veces, lo cubren sin piedad.

Fértiles campos regados por el Nilo se truecan en despensa
para la muchedumbre de Egipto que sostiene desde la antigüedad.
Incesantes palmeras acompañan nuestros sugestivos trayectos,
en falucas, cruceros, y una fauna aborigen saluda a nuestro paso.

¡Qué placer poderoso viajar con tales compañeros de camino!
Tierra nubia ya estamos divisando y Cleopatra nos da la bienvenida.

La Presa de Asuam y el Lago Nasser, donde Abu Simbel,
Montaña Pura, domina con la arrogancia altiva de los Faraones.
Tumbas monumentales y templos prodigiosos se muestran por doquier.
Se manifiestan la Reina Hatshepsut, los Colosos de Memnon,
las esfinges de la avenida del templo de Karnak y el famoso obelisco inconcluso.

Son tantos los que se presentan ante nuestras observaciones
que, ya casi cuesta y es imposible enumerarlos.

Hemos tomado todos los medios de transporte, por tierra, mar y aire,
para recorrer el asombroso país cuna de Faraones.
Parece un sueño que hayamos estado allí,
Egipto ya es punto y aparte en nuestras vidas.

El Cairo emerge inmenso, vital, desordenado….
Asombrado de tanta riqueza que fue y que ya no es.
Con esa concurrencia humana tan variopinta y cosmopolita,
abierta al universo y cerrada en el vacío.

Los zocos de Al Kalili se abren en nuestra marcha,
allí se puede comprar casi de todo, las esencias embriagan e hipnotizan…
Paramos en el Café de los Espejos a descansar un poco,
las cachimbas también impregnan los sentidos con múltiples aromas.

Mezquitas van apareciendo por doquier, de todas formas y tamaños.
Sus torres poderosas ocultan un pasado escondido tras las torres,
un pasado atrevido, tremendo y orgulloso,
un presente mermado, y encogido de sobrado pasado.

Y la gente, nunca pude ver tanta gente…
Seres tan increíbles y tan rezagados al mismo tiempo,
tan fundamentales y a su vez tan sencillos.

Tienen lo que tienen y eso es lo que hay,
repletos van de historia y de avanzada civilización,
y, ahora mismo, parecen estafados.

Aunque he conocido hasta ahora varios y diversos lugares,
EGIPTO ha sido “el viaje mágico” que habita en mi recuerdo
y que perdurará por siempre en mi memoria.

15 enero, 2013
Ana María Pantoja Blanco

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3 comentarios en «Amanece en El Cairo»

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