Se perdieron los cafés, de Rafael Pantoja Antúnez  

Se perdieron los cafés, se perdieron las tertulias.
Hoy en día, todo el mundo tiene prisa,
se llega tarde a las citas, ya nadie llega a su hora.
¡Así no hay manera de volver a las tertulias!

De las tertulias surgieron avispados discursos de políticos,
ingeniosos chistes donde entraban senadores y ministros,
se escribían obras de teatro, oportunas operetas con música
de zarzuela y libretos ejemplares.

En ellas participaban científicos, doctores, toreros, artistas,
políticos, periodistas, literatos y poetas… con ingenio desmedido,
qué algunos hasta llegaron a ganar el Premio Nobel.

¡Qué pena que se perdieron los debates de café!…
Don Jacinto, Don Ramón, Don Santiago,
y hasta el mismo Marañón, que daba tiempo pa .
Juan Belmonte y Rafael en plena conversación
con Don Ortega y Gasset.

Castizos y genuinos estos cafés de Madrid, de eso ya no queda na.
Se nos marchó Cañabate, Benlliure, Unamuno, Pio Baroja…
Y, ya paro de contar, sería una lista tan larga que alguien
se me olvidaría, aunque en mi mente formal a todos los llevo dentro.

Esos cafés de Madrid ahora son cafeterías, impersonales y rápidas.
Si pides un vaso de agua te lo dan de mala gana,
antes lo ofrecían siempre con el café e, incluso, hasta
había algún poeta tieso que pedía media tostada, eso no importaba nada.

Gracias Don Mariano Tudela, con tu minucioso ingenio madrileño
nos la cuentas y recuerdas, con llana sinceridad.

La tertulia era poema, era verso y era prosa con chispa y con sutileza,
eran corridas de toros, algún chismorreo de faldas, críticas de los congresos…
La mayoría de las veces las tertulias eran pretexto de pasar la tarde larga;
aunque con utilidad, porque de muchas tertulias surgían con asiduidad
valiosas contribuciones con cabeza y claridad.

Rafael Pantoja Antúnez

 

(Los cafés tertulia de principios del siglo XX)

2 comentarios en «Se perdieron los cafés, de Rafael Pantoja Antúnez  »

  1. Cuando viajo por España busco estos cafés nunca mejor descritos por mi padre. Pero el precio del progreso acaba con la cultura y las tradiciones.
    Aunque todavía queda el chocolate caliente con churros típico de España con taza y platito blanco, quizás en peligro de ser reemplazado por el chocolate de Starbucks.

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