Tu último paseíllo, de Rafael Pantoja Antúnez

 (Artículo publicado en el Diario de Jerez el 16 de agosto de 1992, dedicado a José Monje Cruz, Camarón de la Isla, fallecido el 2 de julio de 1992, a los 41 años)

José, déjame que llore en el silencio con tu último testamento discográfico que titulas Potro de rabia y miel. Bien sabíais tú —mi arma— y tú —Nazareno de la Isla— que eras mataor de toros en potencia, de alternativa de lujo de tu compadre de Camas, Curro Romero.

Este último paseíllo por los cantes ha sido de lo más sublime y bello que se puede grabar. ¡Camarón torero, que «peaso» de cuadrilla, el hijo de Lucía y Tomate! Tienen el sonido de las arpas celestiales. Las palmas, el ritmo y el son de Santiago, Triana, Algeciras, la Isla de San Fernando, de la Plazuela… y de todos los rincones de nuestra Andalucía la baja donde se masca y sale el paladar de la pureza.

Las verónicas de tus cantes se perdieron por los sangrientos pitones de la ingrata «enfermeá». Estoy seguro y convencido de que los aficionados de pureza y arte te guardarán para siempre el respeto que mereces tú y tus cantes. La discografía moderna y el último grito del compact disc, conservarán tus grabaciones para la eternidad.

En los cantes de Cádiz, toda esa gama de cantes de la Tacita de Plata, para hacerlos, siempre te echabas la muleta a la mano izquierda y los cantabas por naturales: la cantiña, la romera, la alegría, el mirabrás, los tangos, los tientos… todos esos son cantes del bello rincón que tiene el cielo azul y el plateado de la caballa fresca. Huelen a Caleta, a Puerta Tierra y a Playa de la Victoria. Todos tienen el sabor de la Isla de San Fernando, pues «pa» que los cantes lleguen a Cádiz, todos tienen que pasar antes por San Fernando.

José Monje «Camarón», te llevas muy poquito, un trecho muy corto con la muerte de Enrique Ortega Gómez. Siendo Enrique Ortega «Caracol» miembro de una de las casas más grandes del Flamenco de todas las épocas, «entroncá» con los Ortegas toreros, Rafael y José; con tío Caracol «el del burto» —pues así le llamó Antonio Burgos y ese sí que sabe de estas cosas—. Enrique Ortega, hijo de Manuel Ortega Juárez «Caracol» genio del cante, aunque se tergiverse políticamente, Caracol padre era fiel partidario tuyo y Enrique moría en tu cante.

Yo, José, he conocido muchos nuevos amaneceres sin dormir la noche con Enrique Ortega. Cuando el aguardiente y el café sólo quería cante, íbamos a mi casa a escuchar el pick-up. Tú bien lo sabes y los que conocen el sentido de lo que escribo, Enrique Ortega era un gran partidario tuyo. Me consta que en el cielo, cante y toreo lo haréis al alimón. José, tu taranta, en todos sus ritmos, tiene la muleta planchadora de los toreros que se quedan muy quietos, muy lentos. Tu seguirilla es tan pura…

Están tocando a misa en San Agustín y como no tengo velito ni toca, no puedo ir. Para tí sigue siendo un día grande el de Santiago y Santa Ana. La soleá, no faltará un sólo día que no se alegre de haber nacido. Conocías toda esa gama de bulerías de ese rincón de nuestra vieja Andalucía: la de Jerez, Triana, San Fernando, Cádiz… y la de bautizo, «boa» y «pedimiento», que es una bulería rubia y loquilla, gitanilla chica, nerviosa como las gaviotas de la Caleta, si le pones guitarra se pone contenta. Esa la cantabas tú, José, con son y palmas. Siendo un cante «amateur» —cómo dirían los eruditos— tenía una belleza incalculable, que tú bordabas y lo sabías, porque no faltabas ni a «boas» ni a bautizos, por eso tu cantera era tan grande: Mairena, Lebrija, Utrera, Puerto de Santa María, Triana…

En el próximo año del 93, en la Semana Santa de la Andalucía de Machado, tendrán que ponerles crespones negros a los tercios. En la saeta por martinete, habrá que dar en el yunque muy certero, la seguirilla tendrá que recordar mucho a Miguel Torre, a tío Caracol, tío Gloria, tío Cabeza y a todos esos saeteros que durante una semana convierten el cante flamenco en la liturgia más bonita que le gusta a Dios. Descansad en paz, José y Enrique.

Rafael Pantoja Antúnez
(Este fue el último artículo que escribió mi padre poco antes de morir, sin saber que también iba a ser su último paseíllo ya que, desgraciadamente, falleció el 19 de agosto de 1992).

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