Alma del Sur

ALMA DEL SUR, porque no podía ser de otra manera. Una antología poética que iré desmenuzando, donde está proyectada parte del alma de su autor, Rafael Pantoja Antúnez, poeta y articulista (Sevilla 1927-Madrid 1992), un auténtico caballero andaluz.

Versos dedicados en su mayoría a nuestra particular y sorprendente Andalucía, a la vida y a los sentimientos en toda su extensión y, a todos los valores y peculiaridades que forman parte de ese noble y extraordinario pueblo.

Su original personalidad y su tardía pero imparable vocación literaria, hacen que su ingenio, su vivaz inteligencia y la fluidez de sus palabras, con un lenguaje tan sencillo y tan claro como él, desemboquen en temas aparentemente cotidianos con unos contenidos que son a la vez profundos y trascendentales.

Su locura por el flamenco, por el mundo de los toros y por las tradiciones religiosas, consiguen que su obra sea un testimonio vivo y real de todas sus vivencias más intensas. La mucha experiencia de la vida debido a su profesión -empresario de hostelería-, le llevaba a conocer y tratar a muchas y diferentes personas, esto le enriquecía sobremanera.

Rafael Pantoja Antúnez, mi padre y padre de estos poemas, sensible y soñador, era una persona irrepetible y singular, que tenía sobre todo arte. Arte que demostraba cada día en todo lo que hacía.

Le echo mucho de menos, continuamente. Pero, hay tantas cosas que me unen a él y a su literatura, que me considero una persona muy afortunada y estoy muy orgullosa de ser su hija.

No tuvo éxitos clamorosos, él nunca los quiso, aunque siempre triunfaba. En su profesión y en su vida era protagonista inevitable por su avasalladora personalidad. Sin embargo, la grandeza de su persona derivaba de su modestia, del respeto hacia los demás y, sobre todo, de su gran generosidad. Y la gente le quería, le quería de verdad, ese era el mayor de sus triunfos.

Es mucho lo que me queda por decir, pues cuando recuerdo a mi padre mis palabras no tienen medida, son como un hermoso puente que me comunica con él. Aunque, lo que más me gusta, es recordarle con mi familia y sus amigos, una de las cosas más grandes y que él más quería.

Un día se fue. Se fue callado, sin que apenas nadie se enterase. Así era él. Fue poeta hasta en su muerte, un 19 de agosto, como Federico García Lorca.

Ana María Pantoja Blanco

68 Compartir

12 comentarios en «Alma del Sur»

  1. Yo tenía 11 años cuando nos dejó.
    Tengo pocos recuerdos del «tío Rafael», pero los que tengo son extraordinariamente intensos.
    Cuando venía cada Semana Santa a Jerez era todo un acontecimiento. Todos estábamos nerviosos y ansiosos por recibirlo.
    No olvidaré su olor, un perfume muy fuerte de hombre que lo anunciaba antes de llegar. Y tampoco su peculiar manera de sentarse en el coche (siempre tenía que ser en el de su sobrino Rafael, se negaba a montarse en otro). Colgaba el brazo derecho de la agarradera del coche y pasaba el izquierdo por detrás del reposacabezas de mi padre. Yo siempre iba en el asiento de atrás en el centro y me entretenía mirando como una boba un anillo enorme que llevaba que incluso se abría. Creo que guardaba una pastilla pequeñita que se tenía que tomar siempre antes de cenar y la tía nunca se olvidaba de recordarle.
    Tampoco olvidaré algún día de verano que os visitamos en la casa que teníais por Ávila ó Toledo ó por ahí (mi memoria no llega a tanto), ya empezaba a enfermar y sin embargo hizo auténticos esfuerzos por atendernos como reyes. ¡Y los gatos! ¡Aquella casa tenía un cuarto con sus camas y todo para sus gatos!
    Esa vez fue la última que coincidí con tu hermana, que pena no haber ido hace un año a la cena de vuestra escapada a Jerez, pero casi que me hubiese puesto de parto allí. Espero que haya otra oportunidad y que no pasen otros tantos años.
    Y en Madrid… ¡puffff! Una de las noches más especiales de mi vida. Nos invitó a una cena espectacular en el restaurante. En el postre hizo apagar las luces de todo el salón y mandó a todos los camareros a traerme un souffle de merengue que pusieron a arder mientras me cantaban cumpleaños feliz sin ni siquiera serlo. Después nos bajó a la sala de espectáculos y un grupo flamenco actuó solo para nosotros. Yo era una niña, pero me enamoré del muchacho que tocaba una especie de flautita y… nada más enterarse de mi flechazo, allá que mandó al muchacho a darme dos besos y un rato de conversación. El calor me salía por la rojez de mis mejillas. ¡Qué vergüenza! Pero qué ¡gran noche!
    Era un hombre único e irrepetible, con una personalidad arrolladora, noble y un señor en toda regla. Y sobre todo, como tú bien has escrito, generoso. Todo le parecía poco para los suyos.
    Y sí, es normal que te sientas orgullosa de que fuera tu padre, cualquiera lo estaría.
    Un beso enorme al cielo, TÍO RAFAEL.

    Responder
  2. Yo también lo recuerdo con mucho cariño, nos reunimos en el piso de Valdelagrana y el presidia la mesa contándonos mil anécdotas de su trayectoria, aún hoy seguimos recordándolo cuando viene mi tío Diego y nos sigue contando muchas más que el no nos pudo contar…un beso.

    Responder
  3. De tal palo tal astilla. Te dejó un buen legado…. noble, buena, amiga de tus amigos, guapa, apasionada por el Sur y con la vena de escritora y el duende de poetísa. Bien lo hizo Rafael Pantoja, tu padre!!!
    Te quiero guapa 😘😘😘

    Responder

Deja un comentario